Columnas
Yo señor, no señor?
El tener confianza en uno mismo, es la madre de la actitud. Ponerse objetivos, significa no tener límites en el horizonte, tener una búsqueda permanente de llegar a los logros predeterminados, es el motor que determina que alcanzar los sueños, es abrir de par en par las puertas de las esperanzas. Sin embargo, a veces los sueños, solo sueños son, si alguien piensa en destrozar con sus convicciones tozudas, los fundamentos líricos del reglamento callejero de fútbol, aquel que establecía qué los dos mejores no podían jugar en el mismo equipo. Esta situación la vive hoy el plantel de San Lorenzo, en donde la confianza no se edifica de lo que cada uno pueda construir en la cancha, sino se demuele desde la obstinada posición que se mantiene pese a los errores palpables, desde afuera del campo de juego. Es Juan Antonio Pizzi y su terquedad, la que horada la voluntad que cada uno de los jugadores sitúa y expone en cada partido, sabiendo que su actuación por más destacada que haya sido, no le significa en el pensamiento del Director Técnico, la garantía de permanecer en el primer equipo. Al “Mister” tener un once titular le cuesta incorporarlo en su pensamiento para nada pragmático, sin darse cuenta que su posición ortodoxa, lo está llevando inexorablemente hacia un precipicio táctico en donde el fútbol queda de lado, para darle entrada a la permanente incertidumbre. La historia fue demostrando con ejemplos más que claros, que la táctica fue muchas veces derrotada por el resultadismo. Pizzi deberá analizar si persiste en una posición en la que hoy por hoy no tiene un viento de cola, o cual libre pensador, abre su mente y le da paso a convivir con ser práctico. Mientras esto no ocurra, el fútbol quedará de lado y su grado de exposición ante el gusto de la gente, puede llevarlo a zonas peligrosas. Osvaldo Menéndez